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miércoles, 3 de octubre de 2012

Cuba y el antiamericanismo. 1951-1969

Mailer, Sontag, Wright Mills: la revolución de 1959 vista por intelectuales estadounidenses. Un capítulo del libro 'El puño invisible. Arte, revolución y un siglo de cambios culturales', Premio Internacional de Ensayo Isabel Polanco 2011.

Susan Sontag. (CANALTCM.COM)

Muchos intelectuales y artistas norteamericanos sintieron que la vida se regeneraba en la isla caribeña. El inapelable magnetismo que ejerció la improbable victoria de los revolucionarios cubanos, forzó comparaciones entre la lucha entablada en La Habana y la revuelta de los jóvenes apolíticos que se reunía a oír jazz y fumar marihuana en los principales centros urbanos de EE UU. Aunque el abismo que separaba las actitudes hedonistas y lúdicas de la naciente contracultura americana del ascetismo e inflexibilidad de los barbudos verde olivo era infranqueable, los jóvenes primermundistas sintieron que la revolución tercermundista tenía algo que ver con ellos.
El 27 de abril de 1961, Norman Mailer publicó su Carta abierta a JFK y Fidel Castro en The Village Voice, en la que vaticinaba que Estados Unidos, gracias al ejemplo heroico de los rebeldes cubanos, no tardaría en ver emerger una turba sediciosa dispuesta a derrocar el tiránico poder que mantenía al sistema en pie. "Ha habido un nuevo espíritu en América desde que entraste en la Habana",[1] le decía Mailer a Castro. Deslumbrado por la temeraria gesta que emprendió en 1956, desembarcando en Niquero con tan solo 82 hombres dispuestos a enfrentar a un ejército de 30.000, lo llamaba el mayor héroe surgido desde la Segunda Guerra Mundial. Aquel heroísmo era turbulento y contagioso. "Como Bolívar", continuaba el escritor, "estabas enviando el viento de una nueva rebelión a nuestros pulmones. […] Estabas ayudando a nuestra guerra."[2] 
En efecto, Estados Unidos estaba en guerra contra un letal enemigo que no apresaba los cuerpos sino que mataba el espíritu. "Hemos tenido una tiranía aquí", afirmaba Mailer, "que no tenía las características de la de Batista; era una tiranía que se respiraba pero que no podíamos definir; se sentía nada menos que como la muerte lenta de nuestras mejores posibilidades, como una tensión que no podíamos nombrar, resultado de la suma de nuestras frustraciones."[3]
Las palabras del escritor daban a entender que los jóvenes norteamericanos estaban desahuciados, sumidos en la apatía y la falta de idealismo, reconfortados única e ilusoriamente por las eternas noches de borrachera. Tanto ellos como los intelectuales necesitaban un tonificante espiritual, justo lo que les había dado Castro, munición psicológica para luchar contra las corporaciones, los medios de comunicación, el clero, la policía, los políticos, los editores… "el frío e insidioso cáncer del poder que nos gobierna".[4]

Pero ¿cómo se iban a rebelar los jóvenes norteamericanos? Quienes viajaron por esas fechas a la Isla, volvían con la sensibilidad a flor de piel, ilusionados con la posibilidad de una sociedad distinta y desilusionados con la falta de emoción y heroísmo, el vacío espiritual y el trabajo rutinario y tedioso que ofrecía su propia sociedad. Aunque era improbable replicar en suelo estadounidense las hazañas de Sierra Maestra, algo se podía hacer para salvar el alma de los jóvenes. Susan Sontag fue una de las intelectuales que más se insistió en este tema. Su conclusión, después de pasar por Cuba, fue que "en una cultura que se juzga inorgánica, muerta, coercitiva, autoritaria, estar vivo se convierte en un gesto revolucionario."[5]
Eso significaba que en su país natal los estilos de vida alternativos, la excentricidad existencial y los momentos de éxtasis eran revolucionarios, pues iban en contra de todo lo que representaba el sistema americano. De ahí a decir que lo personal era lo político, el lema que luego haría suyo la Kommune 1 en Alemania, había solo un paso. Mientras los empleados de IBM, General Motors, el Pentágono y la United Fruit eran muertos vivientes, sometidos por un sistema totalitario, los jóvenes que no se dejaban co-optar y renunciaban al sistema educativo, experimentaban con las drogas o se entregaban a las sensaciones hedonistas ofrecidas por la música y el sexo, tenían vidas intensas y apasionadas. Estar vivo era sinónimo de cultivar una individualidad prometeica, sincera, real, no envenenada por las miserias de la vida norteamericana. Y no solo eso, también era una forma de hacer la revolución.
"Atacar el sistema es hacer algo para uno mismo, para mi yo auténtico",[6] apuntalaba Sontag. Esta frase expresaba la más radical propuesta de la Nueva Izquierda y su más flagrante contradicción. La transformación de la sociedad no pasaba por involucrarse en la política ni en los problemas públicos, sino fomentando el más radical individualismo. Max Stirner, autor de El único y su propiedad, volvía a asomar su cabeza. Tanto en Europa como en EE UU, el placer, la euforia, la autoexpresión y el abandono de lo público para ir en busca de un refugio interior, un yo auténtico, un yo prístino, se convirtió en la manera de hacer la revolución social. Los cubanos, los mexicanos, los chinos y los vietnamitas eran maestros que guiaban en ese viaje interior.
No deja de ser curioso que una lúcida intelectual como Sontag haya considerado que para hacer la revolución en EE UU se debía desertar de las aulas —fábricas de trabajadores dóciles— y consumir drogas que disminuyeran la claridad, la eficacia y la productividad. No cabe duda de que un escuadrón de jóvenes hedonistas, con la piel hipersensibilizada debido al sexo y los sentidos hiperestimulados por las drogas psicodélicas, era poco apto como mano de obra barata de las Corporaciones, ese gran enemigo de los radicales norteamericanos. Pero tampoco era garantía de un cambio social que solucionara los problemas de desigualdad e injusticia, ni mucho menos los que tenían que ver con proyectarse hacia el futuro como comunidad. Solo en una época de hiperabundancia, donde las preocupaciones no eran materiales sino espirituales, se podía esperar que una generación de jóvenes con los sentidos nublados y la cabeza asaltada por mil placeres señalara el horizonte hacia el cual debía dirigirse la sociedad.
No es extraño que hubiera sido Sontag, precisamente, la que defendiera las actitudes dadaístas y surrealistas como fórmula secreta para debilitar al sistema norteamericano. Hacia 1966, año en que publicó su influyente Contra la interpretación, difícilmente había en Nueva York alguien más familiarizado con la cultura y las vanguardias francesas como ella. A través de Sontag, la fuerza de la transgresión surrealista cobró nuevo aire. Se adaptó al contexto norteamericano y desplegó las armas de lo irracional y lo azaroso para atacar lo que más odiaban los jóvenes insatisfechos: la masa, la homogeneidad, la normalidad; el gran marco uniformador del estilo de vida americano. El disparate vanguardista permitía dar una nueva vuelta de tuerca al problema de la autenticidad. Si el sistema era artificial, una forma de resistirse a él era la naturalidad; era siendo flexible, relajado, laid-back; era haciendo happenings improvisados y autoexpresivos donde se dejaba salir todo lo que había adentro sin censuras ni los filtros de la convención. Lo que sí resultaba extraño era que Sontag, al tiempo que escribía estas reflexiones sobre la rebelión contracultural estadounidense, hubiera caído hechizada por la Revolución Cubana.
Es extraño porque la revolución que vio en la isla caribeña en 1969 era muy distinta a la rebeldía contracultural de su país. En Cuba sintió energía, vitalidad y el fervor de unos jóvenes capaces de trabajar día y noche sin descanso, lo cual, desde luego, daba ilusión a alguien que venía de una cultura que consideraba agonizante. Pero Sontag también vio rigidez, disciplina, puritanismo revolucionario, moralización de las conductas públicas —pelo corto, eliminación de la pornografía, encierro de homosexuales— y erosión de la individualidad en favor del orden colectivo. Tan llamativa era la diferencia entre las actitudes de la Nueva Izquierda norteamericana y las de los líderes cubanos, que Sontag no tuvo más remedio que urdir una compleja explicación que las justificara.

Susan SontagSusan Sontag. (ARTS.NATIONALPOST.COM)

Según ella, la discrepancia se debía a que Cuba era un país subdesarrollado. Una pequeña isla del Tercer Mundo necesitaba disciplina, esfuerzo y productividad para salir de la pobreza. Todo lo contrario que EE UU, donde se necesitaba hedonismo, rebeldía dadaísta y estilos de vida transgresores que frenaran una sobreproducción que infectaba al país entero con mercancías superfluas e innecesarias. Las dos revoluciones, la cubana y la estadounidense, se desarrollaban siguiendo las necesidades y particularidades de cada sociedad. En Cuba se intentaba crear una conciencia; en EE UU se intentaba desmantelar las estructuras represoras, inculcadas por los padres y la sociedad, con experiencias psicodélicas, psicoanálisis, estilos de vida más simples, neo-primitivismo, espontaneidad; en definitiva, con el conjunto de actitudes que habían llevado al arte norteamericano —jazz, expresionismo abstracto, literatura beat— a sus cuotas más alta de creatividad.
Sontag trató de justificar la rigidez del sistema cubano justo cuando la desconfianza en las promesas de la revolución empezaba a rondar a muchos intelectuales. En el artículo que escribió tras su visita a la Isla, Sontag mencionaba los ataques por parte del Gobierno al poeta Heberto Padilla. Aunque era un síntoma preocupante, le parecía poco plausible que el régimen tomara una deriva autoritaria. El tiempo, sin embargo, le demostraría que su percepción estaba equivocada, y dos años más tarde ocurriría lo que en su visita de 1969 le pareció improbable: Padilla fue encarcelado, acusado de haber colado pasajes contrarrevolucionarios en su poemario Fuera del Juego, y sometido a una farsa judicial que debilitó las ilusiones puestas en la utopía caribeña.
Sontag fue una de las primeras en notar el cambio, y no le tembló el pulso para estampar su firma en la carta que Mario Vargas Llosa envió a Castro protestando por la humillación pública a la que se sometió a Padilla. Luego siguió criticando vehementemente la falta de libertad en Cuba hasta su muerte, e incluso en 2003, en plena Feria del Libro de Bogotá, denunció a García Márquez por su ciega y servil complacencia con el régimen de Castro.
El peregrinaje a Cuba fue una constante entre los intelectuales del Primer Mundo. Sontag, el poeta negro LeRoi Jones y los demás escritores que regresaban de la Isla con el sabor de la ambrosía en los labios, creían reencontrar fuentes de vitalidad extintas en sus países desarrollados. La gran diferencia entre EE UU y Cuba era que allá, por muy duro que fuera el trabajo, por interminables que fueran las jornadas, por penosos que fueran los sacrificios, cuanto se hacía tenía sentido. El esfuerzo estaba justificado porque las energías se canalizaban hacia un fin superior, hacia una meta que llenaba de orgullo y esperanza y, lo más importante, daba plenitud espiritual.
En EE UU ocurría exactamente lo contrario. La seguridad económica de los años de bonanza había desecado el alma. Se vivía en medio del confort con la permanente sospecha de que la vida, al menos la vida verdadera, podía ser mucho más que eso: aventura, emociones, pasiones, todo aquello que parecía latir más allá del horario de oficina y los confortables suburbios norteamericanos.
Quien más ayudó a difundir la idea de que la nueva clase trabajadora norteamericana —la white collar— llevaba una existencia que se debatía entre las comodidades ofrecidas por la tecnología y las terribles frustraciones e insatisfacciones generadas por la monotonía y la falta de aspiraciones, fue el sociólogo Charles Wright Mills, otro de los padres de la Nueva Izquierda estadounidense. Durante la década de 1950, Wright Mills publicó un influyente libro que desgranaban las condiciones laborales de la nueva clase media americana, y otro que mostraba cómo las corporaciones, los complejos militares y los políticos habían conformado nuevas camarillas de poder. Luego, en 1960, ilusionado con la primera revolución que triunfaba en el continente americano, viajó a Cuba y fue uno de los pocos privilegiados que pudo compartir tres días, cada uno de dieciocho horas, con Fidel Castro, quien personalmente lo instruyó en todos los pormenores de la revolución y los proyectos para el esperanzador futuro de Cuba.
No es de extrañar que Wright Mills, el sociólogo norteamericano más influyente de la segunda mitad del siglo XX, fundara su prestigio investigando los cambios sociales y económicos que deslumbraron y frustraron a las generaciones de los cincuenta y sesenta. En White Collar: The American Middle Class, publicado en 1951, hacía un minucioso análisis del nuevo especimen que inundaba las grandes compañías y los grandes almacenes que empezaban a funcionar a todo gas durante la posguerra. Estos empleados de cuello blanco, columna vertebral de la nueva clase media americana, recibían salarios más que decentes, podían acceder a un estilo de vida confortable, adornado, además, con nuevos artículos que aliviaban las fatigosas labores domésticas, pero a cambio debían sacrificar sus vidas en labores mediocres y tediosas. Y no solo eso, había algo mucho peor. La nueva cultura empresarial obligaba al trabajador de cuello blanco a fingir simpatía, interés y cordialidad en todo momento, hasta el punto en que la palabra que mejor describía su conducta era falsedad.

Charles Wright Mills. (BIOGRAFIASYVIDAS.COM)

Una falsa sonrisa adornaba su rostro desde que fichaba hasta que se iba, unos falsos modales moldeaban un cuerpo cortés y servicial, una falsa consideración hacía creer que estaba dispuestos a plegarse a cualquier demanda del cliente: todo hacía parte de un nuevo disfraz existencial con el que se firmaban contratos y cerraban ventas, mientras el verdadero yo, el auténtico, el que odiaba a los jefes, despreciaba a los clientes y quería prender fuego a las compañías, se minimizaba en el interior de un caparazón artificial hasta desaparecer.
El mismo año en que Castro desembarcó en Niquero, el sociólogo publicó La élite del poder, otro estudio que mostraba las alianzas entre unas 200 o 300 grandes compañías con el poder político centralizado y el orden militar. Según Wright Mills, desde la Segunda Guerra Mundial la economía se había politizado, y cada vez dependía más de las instituciones y arbitrajes militares. Este reducido círculo del poder estaba tomando decisiones que afectaban a toda la nación.
Se habían lanzado bombas A sobre Japón, se había intervenido en la guerra de Corea, por poco se reproduce un desastre nuclear durante la primera crisis del Estrecho de Taiwán, ¿y quién estaba detrás de todas estos acontecimientos? Pequeños grupos que habían amasado suficiente poder para dar saltos de tal envergadura sin consultar a la opinión pública. Como si esto fuera poco, la vida norteamericana se había mercantilizado por completo. Todos los miembros de la sociedad, por el mero hecho de serlo, se inscribían en una competencia cuyo premio era la riqueza. ¿Que el dinero no daba la felicidad? ¿Que incluso los ricos padecían frustraciones e insatisfacciones existenciales? Tonterías. La sociedad había encarrilado a sus miembros en una carrera donde la riqueza no solo garantizaba la felicidad, sino la libertad.
"En la sociedad norteamericana el hacer lo que se quiere, cuando se quiere y como se quiere, exige dinero. El dinero da el poder, y el poder da la libertad",[7] sentenciaba Wright Mills con desencanto. El sociólogo creía que los ideales de su país habían sido traicionados, y que la lucha del emprendedor por conquistar mercados, truncada por el monopolio de las grandes corporaciones, era un claro ejemplo.
Los problemas no se limitaban solo a los nuevos poderes civiles. Los militares, que hasta la Segunda Guerra Mundial no habían tenido ascendencia sobre el poder político, acababan de construir el Pentágono y empezaban a participar activamente en el diseño de las políticas de Washington y en el ejercicio económico del país. Como si fuera poco, la reciente consolidación de una sociedad de masas, adiestrada por unos medios de comunicación manipuladores, era el escenario donde grupos de interés, repartidos entre las corporaciones, el ejército y el poder político, luchaban por imponer sus prerrogativas.
Las ideas habían dado paso al interés, y la carencia de una ideología en los gobernantes se disfrazaba con un pragmatismo pusilánime. Bajo el lema de la practicidad, cualquiera podía venderle cualquier cosa a la masa. Para Wright Mills, estas estrategias del poderoso para justificar decisiones arbitrarias constituían "la inmoralidad mayor".
A pesar del éxito económico, EE UU se encontraba en pleno declive, con instituciones corroídas, una sociedad embrutecida y trabajadores de cuello blanco alienados. Los viejos valores y los códigos de rectitud habían sido reemplazados por el nuevo valor absoluto, el dinero, y así, con el terreno despejado, emergía el nuevo rey de la sabana: el cínico de "personalidad eficaz", que irradiaba confianza en sí mismo y se desentendía por completo del sentido de la moral y de las virtudes públicas. Hacer carrera en la élite del poder, sentenciaba Wright Mills, suponía hacer creer a los demás, y también a sí mismo, que uno era "lo contrario de lo que en realidad es".[8] Nada raro que la búsqueda de la autenticidad se convirtiera en una de las grandes obsesiones de los jóvenes de los sesenta que renunciaron a estos ideales. 
Al igual que los otros intelectuales mencionados, Wright Mills encontró en la revolución cubana la euforia y la vitalidad desterradas de las banales existencias norteamericanas. Su estadía en Cuba, en agosto de 1960, lo llenó de historias, anécdotas, datos e imágenes, que quiso volcar sobre el papel para que sus compatriotas norteamericanos entendieran de una buena vez qué estaba ocurriendo realmente en Cuba. En pocas semanas escribió un librito de casi doscientas páginas, al que bautizó con el punzante título de Listen, Yankee y que, al poco tiempo, se convirtió en best seller. En él, con tono pendenciero, lanzaba un mensaje claro al público norteamericano: ustedes, yankees, sepan que todo lo que han oído o leído sobre Cuba es falso. Lo ocurrido en la Isla nada tiene que ver con la Unión Soviética ni con el comunismo. Lo que intelectuales y revolucionarios tratan de hacer a la sombra de los cocoteros y los cañaverales es recobrar la libertad, la libertad que ustedes, yankees, usurparon al pueblo cubano entablando una sucia connivencia con los monopolios azucareros, el turismo prostibulario y la dictadura de Fulgencio Batista.                                 'Listen, Yankee' de Charles Wright Mills. (COVERBROWSER.COM)
Lo más notorio del libro es el punto de vista desde el que está contado. Wright Mills alterna entre la tercera y la primera persona del plural, asumiendo la perspectiva de los revolucionarios cubanos. Es decir, escribe como si también él fuera un cubano hastiado de la opresión norteamericana, que lanza una advertencia a su hostil vecino: si la política del saqueo de EE UU no cambia, dentro de poco el poderoso país del Norte no solo tendrá una, sino diez, quince, veinte Cubas repartidas por todo el continente latinoamericano. 180 millones de personas, hartas de la violencia estadounidense, están dispuestas a enfrentarse al poder imperialista porque a pesar de la cercanía geográfica, Cuba no se considera próxima a EE UU o a la civilización occidental; Cuba no pertenece a ese mundo sino a la civilización de los hambrientos, y sus hermanos no son los rubios monopolistas que se habían apropiado de las plantaciones, sino los africanos, los asiáticos y los latinoamericanos.
"¿Qué significa Cuba?", se preguntaba Wright Mills. Y enseguida contestaba: "Significa otra oportunidad para ustedes".[9] Los yankees cínicos, conformistas o alienados que él mismo, en sus libros, había estudiado con la meticulosidad de un entomólogo, tenían la oportunidad de salvar sus almas si observaban con atención a lo que ocurría en Cuba. La Isla reflejaba mejor que cualquier otro caso las relaciones abusivas que la superpotencia, con su política imperial, había establecido con el Tercer Mundo. Si se analizaba la historia de las relaciones binacionales, se podía ver que desde el Manifiesto de Ostende, redactado en secreto en 1854, EE UU se proponía adueñarse, mediante el pago de dinero a España o el asalto bélico, de Cuba. En el siglo XIX pretendía formar un nuevo estado esclavista, en el XX una colonia de mano de obra barata que supliera las demandas de los monopolios. Esta cadena ininterrumpida de abusos había pasado inadvertida para la población norteamericana, pero no por más tiempo. La revolución cubana obligaba a abrir los ojos. Ya no podían seguir pretendiendo que nada ocurría.
La erosión interna de los valores y los ideales se traducía en un comportamiento despiadadamente agresivo e interesado hacia fuera. Había miseria y violencia en el Tercer Mundo, y el causante era el imperialismo estadounidense. Sus compañías se llevaban las riquezas, y sus gobiernos, a cambio, dejaban armas con las que el gobierno local silenciaba las voces disidentes. ¿Cómo se podía tolerar esa situación? ¿Cómo no sentirse humillado y sucio al ver lo que se hacía en nombre del ciudadano estadounidense?
Listen, Yankee, escrito desde el lado cubano, ponía a Wright Mills del lado de los buenos. Con ese gesto inauguraba una nueva tendencia en la Nueva Izquierda norteamericana, la de no sentirse yankee, la de profesar un furibundo antiamericanismo, la de identificarse con los oprimidos del mundo y culpar, en ocasiones de manera ingenua o injustificada, a los EE UU por todos los males de la humanidad.
Viniendo de un país contaminado por el dinero, el consumo, el mercantilismo, el cinismo y el poder, estos esfuerzos eran síntoma de una búsqueda más profunda, más vital. Como Jack Kerouac, como LeRoi Jones, lo que intelectuales como Wright Mills buscaban era pureza. La manera de desprenderse de la inmundicia estadounidense era volcando los afectos hacia tierras lejanas, tan opuestas al infierno estadounidense como fuera posible, mejor aún si eran sus adversarios. En cuanto a los latinoamericanos, ¿cómo habrían ellos de cortar los hilos del imperialismo corruptor?
Wright Mills no dejaba duda al respecto. La solución pasaba por la lucha guerrillera. Esta forma de resistencia combinaba dos elementos purificadores, el campesino y la montaña, dotándola a ojos del intelectual occidental de una fuerza mística, casi mágica, no solo legítima moralmente sino imbatible. La pluma electrizada de Wright Mills hacía ver a las cuadrillas de guerrilleros como fuerzas invencibles. La guerrilla, afirmaba, "puede derrotar batallones organizados de tiranos, equipados hasta con la bomba atómica".[10] Y así tenía que ser, pues en los demás países de Latinoamérica, al igual que en Cuba, la libertad pasaba por la lucha subversiva. No había otra salida. El imperialismo no daba otra solución.
Afirmaciones tan rotundas como éstas exaltaron a muchos intelectuales latinoamericanos y encendieron las alarmas de los servicios secretos norteamericanos. Carlos Fuentes le dedicó La muerte de Artemio Cruz, refiriéndose a Wright Mills como la "verdadera voz de Norteamérica, amigo y compañero de la lucha de Latinoamérica". El FBI, por su parte, le abrió un expediente y lo mantuvo vigilado.
Cuba empezaba a convertirse en una obsesión. Por un lado, era el espejo que revelaba las impurezas de Norteamérica; por otro, el elixir que salvaría su alma de los vicios imperialistas. La generación de los sesenta vivió con pasión este dilema. Se debatió entre odiar a EE UU y escapar de su manto corruptor, o iniciar una revolución en su suelo para echar por tierra las estructuras que impedían desplegar una vida real y auténtica.


 Este fragmento de El puño invisible. Arte, revolución y un siglo de cambios culturales (Taurus, Madrid, 2011), se reproduce con autorización del autor.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Martin Luther King, Jr. "Tengo un sueño" DISCURSO EN WASHINGTON, D.C.

 

Martin Luther King, Jr.

"Tengo un sueño"

DISCURSO EN WASHINGTON, D.C.

 
Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que será ante la historia la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestro país.
Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra.
Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país, a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres, les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Es obvio hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta sagrada obligación, Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de "fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado. Rehusamos creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de la oportunidad de este país. Por eso hemos venido a cobrar este cheque; el cheque que nos colmará de las riquezas de la libertad y de la seguridad de justicia.
También hemos venido a este lugar sagrado, para recordar a Estados Unidos de América la urgencia impetuosa del ahora. Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o de tomar tranquilizantes de gradualismo. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Ahora es el momento de sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la roca sólida de la hermandad.
Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento y no darle la importancia a la decisión de los negros. Este verano, ardiente por el legítimo descontento de los negros, no pasará hasta que no haya un otoño vigorizante de libertad e igualdad.
1963 no es un fin, sino el principio. Y quienes tenían la esperanza de que los negros necesitaban desahogarse y ya se sentirá contentos, tendrán un rudo despertar si el país retorna a lo mismo de siempre. No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia. Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza física con la fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la gente blanca, porque muchos de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar, debemos hacer la promesa de marchar siempre hacia adelante. No podemos volver atrás.
Hay quienes preguntan a los partidarios de los derechos civiles, "¿Cuándo quedarán satisfechos?"
Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos, fatigados de tanto viajar, no puedan alojarse en los moteles de las carreteras y en los hoteles de las ciudades. No podremos quedar satisfechos, mientras los negros sólo podamos trasladarnos de un gueto pequeño a un gueto más grande. Nunca podremos quedar satisfechos, mientras un negro de Misisipí no pueda votar y un negro de Nueva York considere que no hay por qué votar. No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que "la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente".
Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a grandes pruebas y tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas celdas. Algunos de ustedes han llegado de sitios donde en su búsqueda de la libertad, han sido golpeados por las tormentas de la persecución y derribados por los vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento que no es merecido, es emancipador.
Regresen a Misisipí, regresen a Alabama, regresen a Georgia, regresen a Louisiana, regresen a los barrios bajos y a los guetos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperanza.
Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño "americano".
Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales".
Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.
Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia.
Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.
¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.
¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.
Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender la libertad juntos, sabiendo que algún día seremos libres.
Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado, "Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antesecores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad". Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad.
Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos de Nueva Hampshire! ¡Que repique la libertad desde las poderosas montañas de Nueva York! ¡Que repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies de Pensilvania! ¡Que repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve en Colorado! ¡Que repique la libertad desde las sinuosas pendientes de California! Pero no sólo eso: ! ¡Que repique la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia! ¡Que repique la libertad desde la Montaña Lookout de Tennesse! ¡Que repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de Misisipí! "De cada costado de la montaña, que repique la libertad".
Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Jane Goodall. Su lucha por los Chimapancés y el Mundo Natural



Jane Goodall

(Londres, 1934) Zoóloga y antropóloga británica. Jane Goodall nació en Londres el 3 de abril de 1934, y creció en la localidad de Bournemouth (costa sur de Inglaterra). En su segundo aniversario, su padre le regaló un chimpancé de juguete llamado Jubilee, del que Jane se encariñó desde el primer momento y que en la actualidad, muchos años después, sigue sentado en una silla en su casa de Inglaterra.

A los cuatro años sintió gran curiosidad por saber por dónde salían los huevos de la gallina, lo que la llevó a pasar varias horas «investigando» el asunto en un gallinero. Aunque la desaparición de la niña durante esas horas había alarmado a la familia, que incluso avisó a la policía, su madre, Vanne, consciente de la excitación de la pequeña por el descubrimiento que acababa de hacer, en lugar de reñirla, se sentó a escuchar con paciencia la maravillosa historia de cómo pone una gallina un huevo.


Jane Goodall

Las lecturas favoritas de Jane durante su infancia fueron los libros sobre la vida de los animales, como El libro de la selva, lo que sin duda contribuyó a que a los diez años ya soñase con ir a África, vivir entre los animales y escribir sobre ellos. Este sueño acabaría por cumplirse, en gran medida gracias al apoyo de su madre, que, como recuerda la misma Jane, le había enseñado que si de verdad se desea algo, se trabaja duro para conseguirlo, se aprovechan las oportunidades que se presentan y, si uno no se rinde, finalmente, se encuentra el camino que permitirá hacer realidad los sueños.

En 1957, con veintitrés años recién cumplidos, tras estudiar secretariado y trabajar en una compañía de documentales en Inglaterra, y gracias a la invitación de una amiga para trasladarse a Nairobi, pudo viajar a África, si bien antes, para costearse el pasaje, trabajó varios meses de camarera.

Relación con Louis Leakey

En Kenia entró en contacto con el famoso antropólogo Louis Leakey (1903-1972) y, aunque no contaba con la formación académica adecuada, tras expresarle su interés por el estudio de los animales, fue contratada como asistente, y viajó con él y su esposa (la arqueóloga Mary Leakey) a la garganta de Olduvai en busca de fósiles de homínidos.

Más tarde, Leakey le ofreció la posibilidad de estudiar los chimpancés en su ambiente natural, en el Parque Nacional de Gombe, en Tanzania. Allí se trasladó en julio de 1960, acompañada durante tres meses por su madre, ante las reservas de las autoridades británicas de dejar que una mujer joven viviese sola con animales salvajes.

Se iniciaban así sus estudios sobre los chimpancés, que le permitieron, entre otras cosas, observar en octubre de ese mismo año por vez primera que estos animales construyen y utilizan herramientas para capturar termitas que forman parte de su dieta. De este modo, pasó a formar parte del grupo de investigadores, casi todos mujeres, que con el apoyo de Leakey han contribuido al avance en el estudio de los grandes primates (Birute Galdikas con los orangutanes en Borneo, Diane Fossey con los gorilas de los volcanes Virunga y Jane Goodall con los chimpancés en Tanzania).

En 1964 se casó con el fotógrafo de la National Geographic Society barón Hugo van Lawick (de quien se divorciaría en 1974), autor de las imágenes más famosas de la antropóloga y con quien en 1967 tendría su único hijo, Hugo Eric Louis, Grub. En 1975 contrajo segundas nupcias con Derek Bryceson, director de los Parques Nacionales de Tanzania y parlamentario británico (fallecido de cáncer en 1980), con cuya ayuda aseguró la pervivencia del Parque Nacional de Gombe.

Trabajos de campo

Aunque los comienzos de sus investigaciones fueron duros debido al rechazo inicial de la población de chimpancés, poco a poco los animales se fueron acostumbrando a la presencia de Jane y ésta empezó a obtener los primeros resultados. A partir de 1964 formó un equipo con cuya ayuda recopiló y procesó la información obtenida hasta entonces, lo que permitió que el Gombe Stream Research Center se convirtiese en una de las estaciones de campo más importantes del mundo para el estudio del comportamiento animal.

Un año más tarde, en 1965, obtuvo el doctorado honorario en etología por la Universidad de Cambridge (siendo una de las pocas personas que lo ha alcanzado sin acabar la carrera), bajo la supervisión del profesor Robert Hinde, quien la animó a seguir sus trabajos a pesar del escepticismo del mundo científico. Dos años después fue nombrada directora del Gombe Stream Research Center. Entre 1971-1975 fue profesora invitada de la Universidad de Stanford y, a partir de 1973, también de la de Dar es Salaam (Tanzania).

En 1977 fundó el instituto que lleva su nombre, Jane Goodall Institute for Wildlife Research, Education and Conservation, cuyo objetivo principal es impulsar programas de conservación de la especie y mejora de las condiciones de vida de los chimpancés. En 1987, esta prestigiosa científica abandonó la realización de trabajos de campo y se instaló en la localidad de Bornemouth, donde pasa los dos meses al año que reside en Gran Bretaña, ya que, a sus casi setenta años, dedica trescientos días al año a viajar por todo el mundo en defensa de los animales y de su bienestar, dando conferencias sobre la destrucción del medio ambiente y el cambio climático.

Asimismo, lucha por conseguir unas mejores condiciones de vida para los primates en los zoológicos de todo el mundo y contra el comercio ilegal y los experimentos con estos animales. Si todo sigue como hasta ahora, afirma, dentro de cien años los grandes primates ya no existirán, aunque hoy sepamos que el 98 % de nuestro génoma es idéntico al del chimpancé, es decir, que nos diferenciamos de ellos en tan sólo un 2 %.

Una vida en defensa de los primates

Los esfuerzos de Jane Goodall están plenamente justificados, ya que las poblaciones de estos primates han descendido de forma alarmante, y continuada, en las últimas décadas. Hoy en día, se estima que existen unos 100.000 chimpancés, 20.000 bonobos, 50.000 orangutanes, 120.000 gorilas de costa y de las tierras bajas y tan sólo 600 gorilas de montaña. Los cazan para consumir su carne y para usar sus órganos como estimulantes sexuales y en preparados de medicina tradicional.

También son capturados para engrosar las colecciones de zoológicos, coleccionistas privados y servir de material vivo para experimentos científicos. Además, el crecimiento de las poblaciones humanas y el aumento de la superficie del territorio destinada a la agricultura suponen una destrucción sistemática de su hábitat natural.

Los trabajos de campo de Jane Goodall han permitido hacer numerosos descubrimientos relativos a los hábitos de los chimpancés, como el uso y la fabricación de herramientas y la consiguiente transmisión de tradiciones que ello lleva aparejado, el omnivorismo de unos animales considerados durante años exclusivamente herbívoros, y el descubrimiento, la observación y el estudio de comportamientos de adopción, canibalismo, establecimiento de relaciones y estructura social.

Jane Goodall es autora de más de setenta artículos, una decena de películas y numerosos libros (cinco específicamente infantiles), una producción muy extensa y traducida a varios idiomas. Entre sus obras publicadas en castellano cabe destacar: En la senda del hombre. Vida y costumbres de los chimpancés (1986), Los chimpancés de Gombe (1986), A través de la ventana. Treinta años estudiando a los chimpancés (1994) y Gracias a la vida (2002), escrito en colaboración con Phillip Berman.

Goodall, que es la única no tanzana galardonada con la Medalla de Tanzania, es miembro de la Orden del Imperio Británico y ha sido condecorada con múltiples premios y distinciones, entre ellos la Medalla Hubbard de la National Geographic Society (1995) y los premios Kioto (1990), Caring (1996) y Gandhi/King de la No Violencia (2001). Desde 2002 es Mensajera de la Paz de la ONU.

En 2003 recibió la Medalla Benjamin Franklin (Estados Unidos) y el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, concedido por su «trascendental aportación científica», que ha permitido una mejor comprensión de los chimpancés y de «las raíces del comportamiento y la cultura humanas». Asimismo, está en posesión de más de veinte doctorados honoris causa por universidades e instituciones de todo el mundo.

martes, 11 de septiembre de 2012

Golpe de Estado en Chile de 1973




Tanques de guerra, misiles lanzados hacia el Palacio de la Moneda en dónde se encontraba el líder socialista Salvador Allende, quién en los tres años había gobernado al país sudamericano bajo distintas normas de represión popular, así cómo crisis ecónomica, social, violencia callejera y numerosas expropiaciones radicales que dictaminó influenciado por sus ideologías socialistas.
Sin embargo, en realidad esté no fue el fin de una dictadura, sino la expansión y prolongamiento de otra, incluso que incrementaría las barbaries...

Los eventos iniciaron así: El golpe fue planeado inicialmente por un sector de la Armada de Chile, con el apoyo de los Estados Unidos. Posteriormente, se agregaron generales de los altos mandos de las Fuerzas Armadas y de Carabineros. El comandante en jefe del ejército, Augusto Pinochet asumió la dirección del complot.

La organización conocida cómo "La Cofradía" inició las conspiraciones... Se trataba de una institución integrada por civiles y militares que se encontraban en contra de la dictadura socialista, según los planes cada uno de ellos obtendrían después del derrocamiento del mandatario Allende, su propio cargo y participiación en la administración del nuevo gobierno, estos a vez fueron apoyados por cuerpos militares y diplomáticos estadounidenses, entre ellos estaba Henry Kissinger, quién informó al Presidente Nixon en los E.U. acerca de la próxima continuación de Allende en el poder. Ante esto Nixon ordenó al comandante de la CIA, Richard Hemls que impidiera estas elecciones, y allí exclamaría la conocida frase "haremos chillar la economía chilena". Más tarde, Los elementos de la CIA llegarían a Chile para sabotear la economía Chilena y propiciar movimientos de oposición al gobierno del mandatario Chileno, cómo La Huelga de Camioneros" que propició una paralisis en el sistema de transporte....
Además en los días de agosto la patria se doblegaría ante los distintos conflictos brutales provocados por grupos de extrema derecha y de izquierda radical, algunos aherentes al gobierno de Allende y otros opositores, como el MIR de extrema izquierda o Patria y Libertad de ultra derecha, provocó un clima de confrontación, que se fue expandiendo a todos los ámbitos de la sociedad, llegando incluso a los sectores de élite de la sociedad, que siempre se habían encontrado al margen de las convulsiones sociales, económicas y políticas del país.

En este período los enfrentamientos callejeros, entre grupos de extrema izquierda y de ultra derecha, frecuentemente daban como resultado heridos de diversa consideración, llegándose a la muerte de algunas personas. Además se desataron enfrentamientos de grupos políticos y sindicatos contra efectivos de Carabineros, entre los que destaca los enfrentamiento de los mineros de El Teniente en Santiago, el 15 de junio de 1973, que terminó con la muerte del obrero Milton Da Silva, además de 64 heridos y más de 100 detenidos....

Una especie de terrorismo también fue desatada, pués una vez que las tensiones sociales y estructurales habían fracasado, la CIA de los E.U. incitó a los grupos radicales a actuar mediantes hechos extremadamente más violentos, como atentados con bombas y ataques para desestabilizar al gobierno.

Más tarde, el 22 de agosto la Cámara de Diputados en la cual la oposición tenía mayoría, aprueba un texto en el que señala la existencia de un el grave quebrantamiento del Orden Constitucional y legal de la República; causada por la negativa del ejecutivo a promulgar la reforma constitucional de las tres áreas de la economía, a pesar de haber sido aprobadas por el Congreso, y actuando en contra de la constitución, según el contralor.

Y finalmente después de días de revueltas y tensiones nacionales, el Estado cayó... El 11 de septiembre la organización "La Cofradía" tomaría las calles de Chile mediante su estructura civil y militar, así como el apoyo de los E.U... El día viernes 7 de septiembre los generales fijan el día D, el 11 de septiembre, y la hora H (6:30 horas en Valparaíso y 8:30 horas el resto del país).

En la mañana del 11 de septiembre Las fuerzas Navales toman Valparaíso, después Santiago y desatan la guerra en la capital chilena Santiago.

A las 7:20, Allende, en su automóvil Fiat 125, y el GAP se enfilan hacia La Moneda, al que llegan veinte minutos después.

Viste Allende una chaqueta de tweed y un pantalón marengo. Carga con un fusil AK-47, regalo de Fidel Castro, y el GAP ingresa al palacio de gobierno dos ametralladoras y tres RPG-7, además de sus armas personales... Y finalmente después de tiempos de tensión y crisis....

A las 10:15, a través de Radio Magallanes (la única pro-gubernamental aún no silenciada), Allende emite su último mensaje a la Nación:

“Quizás sea ésta la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: Soldados de Chile, comandantes en jefe y titulares… …el almirante Merino… más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su solidaridad y lealtad al gobierno, también se ha denominado director general de Carabineros.
“Ante estos hechos sólo me cabe decirle a los trabajadores: Yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza.
La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
¡Trabajadores de mi Patria!: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, espero que aprovechen la lección.
El capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, crearon el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición: la que les señaló Schneider y que reafirmara el Comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando, con mano ajena, reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios...
Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará.
...Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, la seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
¡Trabajadores de mi Patria!: Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán de nuevo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile!, ¡Viva el pueblo!, ¡Vivan los trabajadores!
Éstas son mis últimas palabras, teniendo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.”

Y... A las 10:30 los tanques abren fuego contra la Casa de Gobierno..., les siguen las tanquetas y los soldados, fuego que es respondido por los miembros del GAP y francotiradores apostados en los edificios aledaños.

El presidente dispone rendirse: ¡Bajen todos! ¡dejen las armas y bajen! Yo lo haré al último. Entonces, según el testimonio de uno de sus doctores, Patricio Guijón, que regresó para llevarse su mascarilla antigas ("de recuerdo", dice), Allende grita ¡Allende no se rinde, milicos de mierda! y con el fusil AK-47 que le había regalado Fidel Castro se dispara en la barbilla, ("Más de un disparo, y menos de una ráfaga", según su testimonio), explotando la bóveda craneana y muriendo al instante.

Palacios entra en el salón Independencia, y se encuentra con Allende y el doctor Guijón. Reconoce al presidente por su macizo reloj Galga Coulde. Llama al oficial de radio y entrega su escueto informe: “Misión cumplida. Moneda tomada, presidente muerto".

Aquel día, el más grande dictador de la historia Chilena había derrocado a un gobierno socialista obsoleto en sus instituciones, para dar paso a una verdadera dictadura... Aquellos hechos no serían semejantes en mayor medida a las graves situaciones de pobreza, marginación y represión caracterizada por el gobierno de Pinochet y que arremetería contra los derechos humanos básicos....

Es decir, el golpe de estado extinguió el periodo de casi 50 años de institucionalidad democrática para abrir paso a la gran dictadura... Los años contiguos a los hechos en Santiago y Valaparaíso serían aún más devastadores... Chile no se levantaría de nuevo en contra de la imposición sino hasta 1990...

[Aniversario del Golpe de Estado en Chile de 1973]

Discurso del Presidente Barack Obama, tras la muerte de Osama Bin Laden. [Memorial 11-S]

A continuación reproducimos la transcripción al español de la declaración del presidente de EEUU, Barack Obama, tras la muerte de Osama bin Laden. [DISCURSO ORIGINAL]

Buenas noches. Esta noche puedo anunciar al pueblo estadounidense y al mundo que Estados Unidos ha dirigido una operación que ha causado la muerte de Osama bin Laden, el líder de Al Qaeda, y el terrorista responsable del asesinato de miles de hombres inocentes, mujeres y niños.

Hace casi 10 años que un luminoso día de septiembre se vio ensombrecido por el peor atentado contra el pueblo estadounidense de nuestra Historia. Las imágenes del 11-S son parte de nuestra memoria nacional: aviones secuestrados cortando un cielo sin nubes de septiembre, las Torres Gemelas desplomándose, humo negro en el Pentágono, los restos del vuelo 93 en Shanksville, Pensilvania, donde la actuación de heroicos ciudadanos evitó más dolor y destrucción.

Y sin embargo, sabemos que las peores imágenes son aquéllas que el mundo no vio. La silla vacía en la mesa a la hora del almuerzo. Niños que se vieron obligados a crecer sin su padre o su madre. Padres que nunca disfrutarán el abrazo de sus hijos. Cerca de 3.000 ciudadanos nos fueron arrebatados, dejando un vacío en nuestros corazones.

El 11 de septiembre de 2001, en nuestro tiempo de dolor, el pueblo estadounidense se unió. Ofrecimos una mano a nuestros vecinos, y a los heridos, nuestra sangre. Reafirmamos nuestros lazos en común, y nuestro amor por la comunidad y el país. Ese día, sin importar de dónde veníamos, a qué dios orábamos, o de qué raza o grupo étnico éramos, nos unimos como una familia americana.

Estábamos juntos también en nuestra determinación de proteger a nuestra nación y de llevar ante la justicia a los que cometieron este brutal ataque. Pronto supimos que los ataques del 11-S fueron perpetrados por Al Qaeda -una organización encabezada por Osama bin Laden, quien había declarado abiertamente la guerra a Estados Unidos y se había comprometido a matar inocentes en nuestro país y en todo el mundo. Y así fuimos a la guerra contra Al Qaeda, para proteger a nuestros ciudadanos, nuestros amigos y nuestros aliados.

En los últimos 10 años, gracias al incansable y heroico trabajo de nuestro ejército y nuestros expertos en contraterrorismo, logramos grandes avances. Desbaratamos atentados terroristas y fortalecimos nuestra defensa. En Afganistán, derrocamos al Gobierno talibán, que dio apoyo y un refugio seguro a Bin Laden. Y en todo el mundo, trabajamos con nuestros amigos y aliados para capturar o matar a decenas de terroristas de Al Qaeda, entre ellos varios de los que tomaron parte en el complot del 11-S.

Sin embargo, Osama Bin Laden evitó su captura y huyó por la frontera afgana a Pakistán. Y Al Qaeda, mientras tanto, continuó operando a lo largo de esa frontera y a través de sus filiales en todo el mundo.

Poco después de asumir el cargo, ordené a Leon Panetta, director de la CIA, hacer de la ejecución o la captura de Bin Laden la prioridad máxima de nuestra guerra contra Al Qaeda, al tiempo que continuaban nuestros esfuerzos por desbaratar, desmantelar y derrotar a su organización.

Entonces, el pasado agosto, tras años de duro trabajo de nuestros servicios de inteligencia, fui informado de una posible pista de Bin Laden. No era ni remotamente una certeza, y nos llevó meses seguir esa pista sobre el terreno. Me reuní repetidamente con mi equipo de seguridad nacional mientras acumulábamos información sobre la posibilidad de haber ubicado a Bin Laden en un complejo remoto en Pakistán. Y finalmente, la semana pasada, decidí que teníamos suficiente información para pasar a la acción y autoricé una operación para capturar a Osama bin Laden y llevarlo ante la justicia.

Hoy, bajo mi dirección, Estados Unidos ha lanzado una operación contra el complejo en Abbottabad, Pakistán. Un pequeño grupo de estadounidenses llevó a cabo la operación con extraordinaria valentía y capacidad. Ningún estadounidense resultó herido. Procuraron evitar víctimas civiles. Tras un tiroteo, mataron a Osama bin Laden y se hicieron cargo de su cadáver.

Durante más de dos décadas, Bin Laden ha sido el líder de Al Qaeda y su símbolo, y ha seguido planeando ataques contra nuestro país y nuestros amigos y aliados. La muerte de Bin Laden marca el logro más significativo hasta la fecha en el esfuerzo de nuestra nación para derrotar a Al Qaeda.

Sin embargo, su muerte no significa el fin de nuestro esfuerzo. No hay duda de que Al Qaeda continuará con los ataques contra nosotros. Por lo que debemos –y lo haremos- mantener la alerta en el país y el extranjero.

Al hacerlo, también debemos reafirmar que los Estados Unidos no están -ni nunca estarán- en guerra con el Islam. He dejado claro, al igual que el presidente Bush lo hizo poco después del 11-S, que nuestra guerra no es contra el Islam. Bin Laden no era un líder musulmán, era un asesino en masa de los musulmanes. De hecho, Al Qaeda ha matado a decenas de musulmanes en muchos países, incluyendo el nuestro. Así que su desaparición debe ser bienvenida por todos los que creen en la paz y la dignidad humana.

Con los años, he manifestado en repetidas ocasiones que tomaríamos medidas en Pakistán si tuviéramos la certeza de que Bin Laden se encontraba allí. Eso es lo que hemos hecho. Pero es importante señalar que nuestra cooperación antiterrorista con Pakistán nos ayudó a llegar hasta Bin Laden y el recinto donde se escondía. De hecho, Bin Laden declaró la guerra a Pakistán, y ordenó los ataques contra el pueblo paquistaní.

Esta noche he llamado al presidente Zardari, y mi equipo también ha hablado con sus homólogos paquistaníes. Están de acuerdo en que éste es un buen e histórico día para nuestras naciones. Y en el futuro, es esencial que Pakistán continúe unido a nosotros en la lucha contra Al Qaeda y sus afiliados.

El pueblo estadounidense no eligió esta lucha. Llegó a nuestras costas, y comenzó con la masacre sin sentido de nuestros ciudadanos. Después de casi 10 años de servicios, lucha y sacrificio, conocemos bien los costos de la guerra. Estos esfuerzos pesan sobre mí cada vez que, como Comandante en Jefe, tengo que firmar una carta para una familia que ha perdido a un ser querido, o mirar a los ojos de un miembro del servicio que ha sido gravemente herido.

Los estadounidenses entienden los costos de la guerra, aunque como país nunca toleraremos que nuestra seguridad se vea amenazada ni nos quedaremos de brazos cruzados cuando se mate a nuestra gente. Seremos implacables en la defensa de nuestros ciudadanos y de nuestros amigos y aliados. Seremos fieles a los valores que nos hacen quienes somos. Y en noches como ésta, podemos decirles a aquéllos que han perdido a seres queridos por el terrorismo de Al Qaeda: se ha hecho justicia.

Esta noche, damos gracias a la inteligencia y a un sinnúmero de profesionales de la lucha contra el terrorismo que han trabajado incansablemente para lograr este resultado. El pueblo estadounidense no ve su trabajo, ni sabe sus nombres. Pero esta noche, sienten la satisfacción de su labor y el resultado de su búsqueda de la justicia.

Damos gracias por los hombres que llevaron a cabo esta operación, ya que ejemplifican el profesionalismo, el patriotismo y la valentía sin igual de los que sirven a nuestro país. Y son parte de una generación que ha llevado la mayor parte de la carga desde ese día de septiembre.

Por último, permítanme decirle a las familias que perdieron seres queridos en el 11-S que nunca hemos olvidado su pérdida, ni hemos dudado de nuestro compromiso en hacer todo lo posible para prevenir otro ataque a nuestro territorio.

Y esta noche, vamos a rememorar la sensación de unidad que prevaleció ese 11-S. Sé que a veces se ha visto debilitada. Sin embargo, el logro de hoy es testimonio de la grandeza de nuestro país y la determinación del pueblo estadounidense.

La causa para asegurar a nuestro país no se ha completado. Pero esta noche, volvemos a recordar que Estados Unidos puede hacer lo que se proponga. Esa es la historia de nuestra historia, ya sea la búsqueda de la prosperidad de nuestro pueblo, o la lucha por la igualdad para todos nuestros ciudadanos; nuestro compromiso de defender nuestros valores en el extranjero, y nuestros sacrificios para hacer del mundo un lugar más seguro.

Recordemos que podemos hacer estas cosas no sólo por la riqueza o el poder, sino por lo que somos: una nación, bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos.

Gracias. Que Dios os bendiga. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América.


[A 11 AÑOS DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 2001]


sábado, 8 de septiembre de 2012

Marie Colvin, una vida entera de testimonio de los "horrores de la guerra"


AFP.Londres.- La periodista estadounidense Marie Colvin, muerta en un bombardeo en la asediada ciudad siria de Homs, había esquivado varias veces la muerte durante sus reportajes de guerra, en uno de los cuales perdió un ojo, que tapaba con un parche negro.

Nacida en Estados Unidos pero basada en Londres, esta elegante rubia de 56 años había cubierto en 30 años de carrera los más sangrientos conflictos, así como las recientes revoluciones de la Primavera Arabe en Túnez, Egipto y Libia.

En su último reportaje en la ciudad rebelde de Homs, enviado horas antes de morir junto al fotógrafo francés Rémi Ochlik, había descrito la muerte de un niño herido por la explosión de un obús.

"Hoy he visto morir a un bebé. Absolutamente terrible", contó Marie Colvin, por teléfono a la televisión BBC.

La norteamericana inició su carrera en 1984 en París como jefa de la agencia de prensa United Press International, antes de sumarse al Sunday Times como corresponsal en Medio Oriente en 1986.

Este miércoles, los homenajes a su valentía eran unánimes.

"Durante su carrera, asumió riesgos para conseguir sus objetivos, incluso al precio de una grave herida en Sri Lanka", donde perdió un ojo en un ataque con granadas en 2001, destacó el redactor jefe del Sunday Times, John Witherow, quien expresó su "enorme conmoción" por la desaparición de la periodista.

"Ella creía que cubrir un conflicto podía reducir los excesos de los regímenes brutales, al atraer la atención de la comunidad internacional", explicó. "Nada parecía disuadirla. Era más que una corresponsal de guerra. Era una mujer con una enorme alegría vital, llena de humor, rodeada de amigos que siempre temieron las consecuencias de su valentía".

Para Rupert Murdoch, propietario del Sunday Times, Marie Colvin "arriesgó varias veces su vida porque estaba decidida a mostrar la maldad de los tiranos y el sufrimiento de las víctimas".

"Su herida en el ojo no le impidió viajar a misiones aún más peligrosas", añadió.

En la St Bride's de Londres, llamada la iglesia de los periodistas, ya había este miércoles fotos y un mensaje de homenaje a Marie Colvin y Rémi Ochlik. Habían sido colocados junto a la fotografía de otro periodista que murió ejerciendo su labor, Daniel Pearl, del Wall Street Journal, fallecido en Pakistán en 2002.

En noviembre de 2010, Marie Colvin había tomado la palabra en St Bride's para explicar que era perfectamente consciente de los riesgos que asumía.

"Nuestra misión es informar sobre los horrores de la guerra con exactitud y sin prejuicios", había afirmado. "Siempre debemos interrogarnos si el reportaje merece asumir tanto riesgo. ¿Qué es valentía y qué es bravuconería?", se preguntó.

"Nunca ha sido tan peligroso ser corresponsal de guerra, porque el periodista en zonas de combate se ha convertido en un blanco principal", había subrayado.

Fuente OEM. http://www.oem.com.mx/eloccidental/notas/n2439684.htm

[Día Internacional del Periodista]

domingo, 26 de agosto de 2012

Carta Abierta A Los Republicanos. Por Jorge Ramos

Queridos Republicanos: Van a perder el voto hispano en las próximas elecciones presidenciales. El presidente Barack Obama recibirá millones de votos latinos más que su candidato Mitt Romney. Pero eso no es lo peor. Les escribo para decirles que, a menos que cambien varias de sus posiciones antiinmigrantes, podrían estar condenados a perder la Casa Blanca por muchas décadas.

La última encuesta de Latino Decisions le da al presidente Obama el 70 por ciento de la intención de voto entre los hispanos y a Romney solo el 22 por ciento. Otras encuestas son muy similares. Y he aquí el problema: desde Ronald Reagan, cualquier candidato Republicanos que obtenga menos de un tercio del voto latino (o 33%) pierde la elección. ¿Será distinto este año?

¿Qué les pasó? El expresidente George W. Bush dejó una terrible crisis económica e inició una guerra innecesaria en Irak. Pero entendía la importancia electoral de los latinos. Por eso ganó el 44 por ciento del voto hispano en el 2004.

Bush logró el porcentaje más alto jamás recibido por un candidato Republicano a la presidencia debido a su apoyo a una reforma migratoria. Cuando Bush insistió en el tema al final de su mandato, fueron Republicanos en el congreso los que en su mayoría votaron en contra y la reforma migratoria murió. Eso no lo olvidan los hispanos.

Mitt Romney será el primer candidato presidencial Republicano de la era moderna que se opone a una legalización de indocumentados. Eso no da votos hispanos. Además, es muy cruel su idea de hacerle la vida imposible a los indocumentados para que se autodeporten. Estados Unidos no debe ser como Arizona.

Los latinos no olvidan que fueron ustedes los Republicanos los que aprobaron la ley antiinmigrante SB-1070 en Arizona. Otras leyes similares en Alabama y Georgia, entre otros estados, también fueron aprobadas por ustedes. Parecerse al sheriff Joe Arpaio, acusado de racismo y discriminación por el gobierno federal, no les hace mucho bien. Eso los hace ver como enemigos de los hispanos.

Entiendo su preocupación por una frontera segura y un sistema migratorio que funcione, pero esos argumentos suenan como una excusa cuando ustedes se niegan a apoyar el Dream Act, que legalizaría a estudiantes indocumentados. Estos jóvenes –más de dos millones- ya están aquí, estudiaron en escuelas norteamericanas, no tienen la culpa de que los hayan traído a este país y ustedes no los quieren ayudar. Eso va en contra de la tradición norteamericana de abrirle los brazos a los extranjeros más vulnerables y necesitados.

Desde luego que hay otros temas que preocupan a los hispanos. Las encuestas nos dicen que le economía, trabajos, educación y acceso al sistema de salud son asuntos más importantes que el de los indocumentados. Pero el tema migratorio es simbólico y define quien está contra nosotros y quien está a favor. Ustedes, en muchos estados, han decidido estar en contra.

Temo decirles que han desaprovechado una oportunidad histórica para capturar millones de votos latinos. Pudieron haber capitalizado el enorme error del presidente Obama al no cumplir su promesa electoral de presentar una reforma migratoria en el congreso durante su primer año de gobierno. Pero no lo hicieron.

Ustedes que tanto alaban a Reagan están tan lejos de una de sus principales ideas. El aprobó una amnistía en 1986. Reagan solía decir que los hispanos, en realidad, eran Republicanos pero que no lo sabían. Hay algo cierto en eso.

Sus preceptos morales son muy parecidos al de los hispanos. Sospechan, como los latinoamericanos, de los grandes gobiernos. Se oponen mayoritariamente al aborto. Y tienen una gran confianza en la familia, Dios y el poder transformador de los individuos. Bueno, han desperdiciado todas esas similitudes y, en cambio, se han presentado en los últimos años como enemigos de los inmigrantes y, por lo tanto, también de muchos hispanos.

Paul Ryan, su candidato a la vicepresidencia, tampoco tiene mucho que aportar para ganar el voto hispano. Se opone a una legalización masiva, votó en contra del Dream Act y su posición sobre el embargo contra Cuba ha cambiado tanto que corre el riesgo, incluso, de perder una parte del voto cubanoamericano. Al escoger a Ryan parece que ustedes se han resignado a perder el voto latino. Qué lástima.

En Estados Unidos necesitamos un fuerte debate para resolver el problema de 11 millones de indocumentados, el alto desempleo entre los hispanos (11%) y los gravísimos casos de deserción escolar entre nuestros estudiantes. Los necesitamos a ustedes en ese debate. Pero, por el momento, parece que solo están abogando por las posiciones más extremas.

Estoy seguro que no les va a gustar estar carta –como tampoco les gustará a los Demócratas la que escribiré para ellos la próxima semana. Pero antes de su convención en Tampa, había que poner las cosas en claro.

Sí, van a perder el voto latino en este 2012. Y han hecho todo para merecerse ese resultado. Pero su dilema está en qué hacer ahora para no perder el apoyo de los hispanos por generaciones.

Por Jorge Ramos Avalos

(Agosto 20, 2012)

miércoles, 11 de julio de 2012

Pablo Gomez. La Rebelion de Los Sometidos.

Misiva de un juez del Instituro Federal Electoral. Elecciones de 2012

Señoras y señores miembros del consejo.
Estamos a punto de concluir el computo de la eleccion presidencial del presente año.
Creo que los resultados que arroja el 95.5% de este computo nos indica varias cosas. Pero entre ellos y como preambulo de su interpretacion quisiera decir lo siguiente.

Dicen los viejos curistas que aprendieron de sus maestros que a su vez aprendieron ade sus maestros y asi hasta su antiguedad. Que lo que no consta en actas no es de este mundo. Yo creo sin embargo qque lo que consta en actas, no siempre es parte del mundo. Y tambien creo que aunque las actas son parte de este mundo, el mundo es muchisimo más amplio, que lo reducido de los textos de las actas. Lo que ha examinado este instituto en estos dos dias y pico han sido las actas de una elección que es producto de una accion politica largamente ejecutada consciensudamente llevada a cabo en la que una serie de factores bien organizados a traves de lo medios de comunicacion más influyentes, a traves de los financiamientos más ilicitos que se hayan llevado a cabo, a través de una práctica que no consiste en la manipulación de los votos en las casillas sino consiste en la compra de los votos y en la presión de los electores, sólo en la medida necesaria. Cuando se denuncia la compra y coacción de votos, se responde que es imposible comprar 5 mill de votios, pero ¿quién habla de eso?..., se habla de los margenes necesarios de aquella parte indispensable para dirimir una contienda, esa que se conoce... que se conoce desde antes o que se preveee por las personas más doptas en la interpretacion de las situaciones politicas...

Esto que dicen las actas apunta hacia el reentronamiento del Priísmo. Y el candidato del priísmo ha dicho que ha ganado Mexico, pero no se trata de una conpetencia de futbol internacional, sino de la vieja idealogía que considera que el Priísmo es México. Esa idealogía es la que esta presente, es la que operó en la eleccion, es la que se esta imponiendo en las actas...
Es el priísmo excrecencia de la historia de México, chorrea sangre y lodo por todos sus poros, es la mayor verguenza de la historia contemporanea nacional. Es la corriente que creo la estructura oligargica y monopolista que ha condenado al país a una situacion de atraso y de pobreza, mientras otras naciones lograron despegar y lograron crecer, México siguio desde antes del fobaproa y con la carga de un millón de millones de pesos sobre las espaldas del pueblo, para poder cubrir deudas privadas con contribuciiones del pueblo. Una situación economica de atraso, de dependencia bien cuidada durante los ultimos 12 años bajo la misma estructura por los complices y amigos de esa estructura oligárgica de esas deudas imposibles de pagar como las del fobaproa, de esos inmensos trinquetes sobre las espaldas de nuestro pueblo y de esa estructura de poder ilegítima al margen de las instituciones públicas. Si es el conservadurismo y es la derecha de dos cabezas la que proclama hoy su victoria. La historia por fortuna rebasa las expectativas de vida de cualquiera, y las cosas por hacer siempre seran mas que las ya hechas...

No hay manera no hay forma de poder detener estos inmensos poderes más que con la continuacion del esfuerzo por romperlos. No hay forma de que la politica del pobrecimiento no se revierte en votos a favor del empobrecedor mediante la compra y la coaccion, más que con "La Rebelión de Los Sometidos". Y esa es la vía... ese es el camino...eso es lo que hay que hacer. Y esa es la mayor enseñanza de esta elección.

Pablo Gomez

martes, 1 de mayo de 2012

La Amenaza de la Violencia Sin Sentido en Los E.U. Discurso Robert F. Kennedy


Este es un momento de vergüenza y dolor. No es un día para la política. He guardado esta oportunidad, mi único evento de hoy en día, hablar un momento con usted acerca de la amenaza de la violencia sin sentido en los Estados Unidos que a su vez las manchas de nuestra tierra y cada una de nuestras vidas.

No es la preocupación de cualquier raza. Las víctimas de la violencia son en blanco y negro, ricos y pobres, viejos y jóvenes, famosos y desconocidos. Ellos son lo más importante de todo, los seres humanos a los que otros seres humanos amados y necesitados. Nadie - no importa
donde vive o lo que hace - puede estar seguro de que sufren de algún acto insensato de derramamiento de sangre. Y sin embargo, sigue y sigue y sigue en este país nuestro.

¿Por qué? Lo que ha logrado nunca la violencia? ¿Qué tiene que jamás se haya creado? No causa mártir ha sido silenciado por la bala de un asesino.

No hay errores alguna vez ha sido corregido por disturbios y desórdenes civiles. Un francotirador es sólo un cobarde, no un héroe, y una turba incontrolada, incontrolable, es sólo la voz de la locura, no la voz de la razón.

Siempre que la vida de cualquier estadounidense es tomada por otro norteamericano innecesariamente - si se hace en el nombre de la ley o en el desafío de la ley, por un solo hombre o de una pandilla, a sangre fría o en la pasión, en un ataque de violencia o en respuesta a la violencia - cada vez que nos desgarran el tejido de la vida que otro hombre ha dolorosamente y torpemente tejido para sí mismo y sus hijos, toda la nación se degrada.

"Entre los hombres libres", dijo Abraham Lincoln, "no puede haber una apelación exitosa de la boleta de la bala, y los que toman dicho recurso está seguro de perder su causa y pagar los costos."

Sin embargo, nos parece tolerar un nivel creciente de violencia que ignora nuestra común humanidad y nuestras demandas a la civilización por igual. Nos calma aceptar los informes periódicos de la masacre civil en tierras lejanas. Glorificamos asesinato en las pantallas de cine y televisión y lo llaman entretenimiento. Hacemos que sea fácil para los hombres de todos los matices de la cordura para adquirir todas las armas y municiones que deseen.

Con demasiada frecuencia, honramos arrogancia y fanfarronería y detentadores de la fuerza, con demasiada frecuencia que excusar a los que están dispuestos a construir sus propias vidas en los sueños destrozados de otros. Algunos estadounidenses que predican la no violencia en el extranjero no la practican aquí en casa. Algunos de los que acusan a otros de incitación a disturbios que por su propia conducta les invitó.

Algunos buscan chivos expiatorios, otros buscan conspiraciones, pero esto es muy claro: la violencia engendra violencia, la represión trae venganza, y solo una limpieza de toda nuestra sociedad puede eliminar esta enfermedad de nuestra alma.

Porque no hay otro tipo de violencia, más lento pero igual de destructivos mortal como el tiro o una bomba de la en la noche. Esta es la violencia de las instituciones, la indiferencia y la inacción y la lenta decadencia. Esta es la violencia que aflige a los pobres, que las relaciones entre hombres venenos, ya que su piel tiene colores diferentes. Esta es la destrucción lenta de un niño por hambre, y las escuelas sin libros y los hogares sin calefacción en el invierno.

Esta es la ruptura del espíritu de un hombre, al negarle la posibilidad de presentarse como un padre y como un hombre entre otros hombres. Y esto también afecta a todos nosotros.

No he venido aquí a proponer una serie de recursos específicos, ni existe un único conjunto. Para una descripción amplia y adecuada que sabemos lo que debe hacerse. Cuando le enseñas a un hombre a odiar ya temer a su hermano, cuando se le enseña que él es un hombre de menor a causa de su color o sus creencias o de las políticas que persigue, cuando se le enseña que aquellos que difieren de los que amenazan su libertad o su trabajo o su familia, entonces usted también aprender a enfrentarse a otros no como conciudadanos sino como enemigos, que deben cumplir no con la cooperación, sino con la conquista, para ser sometido y dominado.

Aprendemos, en el pasado, mirar a nuestros hermanos como los extranjeros, los hombres con los que compartimos una ciudad, pero no de una comunidad, hombres ligados a nosotros en la vivienda común, pero no en un esfuerzo común. Aprendemos a compartir sólo un temor común, sólo un deseo común de retirar el uno del otro, sólo un impulso común para cumplir su desacuerdo con la fuerza. Por todo esto, no hay respuestas definitivas.

Sin embargo, sabemos lo que debemos hacer. Se trata de lograr la verdadera justicia entre nuestros conciudadanos. La cuestión no es qué programas debemos tratar de adoptar. La cuestión es si podemos encontrar en nuestro propio medio y en nuestros corazones que el liderazgo del propósito humano, que se reconocen las terribles verdades de nuestra existencia.

Debemos admitir la vanidad de nuestras falsas distinciones entre los hombres y aprender a encontrar nuestro propio avance en la búsqueda de la promoción de los demás. Hay que reconocer en nosotros mismos que el futuro de nuestros propios hijos no puede construirse sobre las desgracias de los demás. Debemos reconocer que esta corta vida no puede ser ennoblecida o enriquecidos por el odio o la venganza.

Nuestra vida en este planeta son demasiado cortos y el trabajo que se hará demasiado grande como para dejar que ese espíritu prospere por más tiempo en nuestra tierra. Por supuesto que no se puede vencer con un programa, ni con una resolución.

Pero tal vez podamos recordar, aunque sólo sea por un momento, que los que viven con nosotros son nuestros hermanos, que comparten con nosotros el mismo momento de la vida corta, que buscan, como nosotros, nada más que la oportunidad de vivir su vive en el propósito y en la felicidad, ganando lo que la satisfacción y cumplimiento que puedan.

Sin duda, este vínculo de la fe común, este vínculo de la meta común, puede empezar a enseñarnos algo. Ciertamente, podemos aprender, por lo menos, a mirar los que nos rodean como semejantes, y seguramente podemos empezar a trabajar un poco más difícil de curar las heridas entre nosotros y convertirse en nuestros hermanos y compatriotas propios corazones una vez más.


Bobby Kennedy